“No es suficiente para los periodistas verse como mensajeros sin entender las agendas ocultas del mensaje y los mitos que lo rodean.”
John Pilger

El clásico estudio de los medios de comunicación en los Estados Unidos “Manufacturing Consent”, de Edward S. Herman y Noam Chomsky, proporciona elementos importantes para entender mejor los principales medios de comunicacion de otros paises, incluyendo Suiza.

El estudio se centra en lo que los autores llaman el “modelo de propaganda”: “un marco analítico que intenta explicar las actuaciones de los medios de comunicación de Estados Unidos en términos de las estructuras institucionales básicas y las relaciones dentro de sus operadores. Nuestra vision es que, entre sus otras funciones, los medios de comunicacion sirven y hacen propaganda en nombre de los poderosos intereses de las sociedades que los controlan y financian. Los representantes de estos intereses tienen importantes agendas y principios con los que avanzan y se posicionan para dar forma y limitar la política de los medios de comunicación; esto normalmente no se lleva a cabo por crudas intervenciones, pero si por la selección de personal, denominados “bien pensantes” y de los editores y periodistas que trabajan internalizando las prioridades y definiendo las noticias que se ajustan a la política de la institución”.(1)

Los autores añaden que los esfuerzos reflejan sus creencias, basadas en años de estudio sobre el funcionamiento de los medios de comunicación, los cuales “sirven para movilizar apoyo para los intereses especiales que dominan la actividad estatal y privada, y que en sus elecciones, énfasis y omisiones pueden a menudo ser entendidas mejor, y en algunos casos, con una sorprendente claridad y comprensión, mediante el análisis en estos términos.”

Los autores continúan: “Tal vez esto es un punto obvio, pero el postulado democrático es que los medios de comunicación son independientes y están comprometidos a descubrir e informar la verdad, y que no se deben limitar a reflejar el mundo tal como los grupos de poder quieren que esa realidad sea percibida (. …) Pero si los poderosos son capaces de fijar las premisas del discurso, para decidir lo que la población en general debe ver, escuchar y pensar, y así “manejar” la opinión pública por las regulares campañas de propaganda, la visión del funcionamiento del sistema está en grave desacuerdo con la realidad “.

El periodista australiano John Pilger, conocido autor de documentales célebres como “La guerra contra la democracia”, tiene una opinión similar:

“Muchos periodistas no son más que canalizadores de lo que George Orwell ha denominado la “verdad oficial”. Ellos codifican y transmiten mentiras.. Realmente me avergüenza que muchos de mis colegas periodistas puedan ser manipulados de tal manera que conviertan en una realidad lo que no es. Muchos periodistas están a la defensiva cuando les sugieren a ellos que sean todo, menos imparciales y objetivos. El problema con las palabras “imparcialidad” y “objetividad” es que ambas han perdido su significado como definido en el diccionario. Los periodistas no se sientan y piensan: “Voy ahora a hablar por el éstablishment”. Por supuesto que no! Sin embargo, ellos interiorizan todo un conjunto de supuestos, y uno de los supuestos más potentes es que el mundo debe ser visto en términos de los beneficios para el Occidente, y no de la humanidad en sí.”

Tal vez en ningún otro lugar este “internalización”, suponiendo que “el mundo debe verse en términos de beneficio para el Occidente y no de la humanidad”, el “modelo de propaganda”, tal como lo describe Chomsky y Herman, se ve más claramente en los medios de comunicación suizos como en los artículos sobre Venezuela del Tages Anzeiger, escritos por el periodista Sandro Benini.

Venezuela ha estado posicionada como la principal amenaza para la agenda corporativa neoliberal de Occidente desde la primera elección de Hugo Chávez. Basta recordar que, fue gracias a Hugo Chávez (Venezuela), a Lula (Brasil) y a Kirchner (Argentina), que el ALCA – el Tratado de Libre Comercio de las Américas – llegó a una vergonzosa derrota. Como sus nuevas reencarnaciónes, el TTIP y el TISA; el ALCA fue concebido como un profundo ataque a la democracia, y como una poderosa herramienta para transferir aún más riquezas y poder político a los 1%. El ALCA abriría las puertas de los países de América Latina a la explotación por parte de las empresas transnacionales norteamericanas. Esto dañaría enormemente a las economías latinoamericanas, ya frágiles, y se cerrarían para siempre las esperanzas de los pueblos para alcanzar la independencia económica, el crecimiento y la libertad. Esto sería, sin embargo, muy útil para el “Occidente”. La respuesta al ALCA, puesta en marcha principalmente por Hugo Chávez, fue la creación del ALBA, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América. El ALBA fortalece a la Unión de América Latina, y, sin Hugo Chávez y Venezuela, no habría hoy CELAC ni UNASUR.

Tras el “modelo de propaganda” y los grandes intereses que financian a la prensa internacional, comprometida con la defensa de los intereses corporativos, no debe ser una sorpresa los ataques de los medios de comunicación a la imagen de Hugo Chávez y de Venezuela. El hecho de que la ONU haya reconocido que Venezuela ha reducido la desigualdad como ningún otro país en el continente mas desigual del mundo, raramente es mencionado por la prensa internacional. El programa de alfabetización en Venezuela ha tenido enorme éxito, la calidad de la salud, el programa de construcción de viviendas para los pobres, por citar sólo algunos ejemplos, tampoco son mencionados. Estos éxitos no pueden ser mencionados desde que Venezuela cometió el delito supremo contra la agenda corporativa neoliberal: utilizar sus riquezas naturales, sus reservas de petróleo, para llevar el desarrollo a su propia población, y no ser explotados más por el “Occidente”.

Venezuela no puede, por definición, tener éxito, ya que esto demuestra que otro camino es posible, y su ejemplo podría ser seguido por otros países. Nada amenaza más a la agenda corporativa, que en nuestros tiempo se convertio en una religion, que mostrar la farsa de su “éxito económico” y exponer su odio a la democracia.

La verdadera amenaza que representa Venezuela es la amaenaza de una democracia que funciona de verdad. El “Occidente” siempre se retrata como el “campeón de la democracia”, pero al mismo tiempo muestra un profundo desprecio por la democracia real cada vez que la gente muestra claramente su desacuerdo con las políticas neoliberales que les han sido impuestas.

Viene a la mente el caso de Grecia. Cuando el pueblo griego votó democráticamente NO a las medidas de austeridad impuestas por la troika, la gran mayoría de la prensa, incluyendo el Tages Anzeiger, reaccionó con artículos que mostraron un profundo desprecio, insultando al pueblo griego y a la propia democracia.

El supuesto que subyace a esta reacción, tan caro a “Occidente”, es que ha sido mejor dejar ciertas decisiones a los “tecnócratas responsables” que “saben muy bien” lo que tiene que hacer, y no a las personas comunes. Una concepción vacía de la democracia y el sueño del sector corporativo que está a punto de aplicarse plenamente en el Occidente, pero no en Venezuela.

Venezuela tiene que ser presentada como una dictadura, como el Sr. Sandro Benini nos tiene acostumbrados, ya que, de nuevo, diciendo la verdad acerca de la democracia en Venezuela sería exponer las mentiras de las democracias occidentales. Echar un vistazo a ciertos hechos es muy revelador. Según el Gobierno de Estados Unidos, sólo el 54,8% de la población estadounidense en edad de votar, ejerció el sufragio en las elecciones presidenciales de 2012. (2) En Suiza, el porcentaje de personas con derecho a voto en las elecciones parlamentarias de 2011 (3) fue de 48,5%. En las elecciones presidenciales de Venezuela fue de 79,68% (4).

El nivel de participación del pueblo es un motivo para felicitar a la democracia en Venezuela. Además, como lo atestigua el Centro Carter de Estados Unidos, fundado por el ex Presidente Jimmy Carter- el proceso electoral en Venezuela es uno de los más libre y mejor organizado del mundo. Si la legitimidad de la democracia se mide por el número de personas que participan en una elección, entonces el Gobierno de Venezuela en realidad es más legítimo que los Gobiernos de EEUU y de Suiza.

Pero en la opinión del señor Sandro Benini, y muchos de sus colegas en los medios de comunicación convencionales, estos hechos tan simples son inmencionables. Para ser justos con Benini, en caso de que hubiera, por casualidad, que escribir algo sobre la verdadera democracia en Venezuela, no hubiera podido mantener su puesto de trabajo por mucho tiempo … Como Chomsky y Herman dicen en “Manufacturing Consent”, la función del Sr. Benini no es escribir la verdad, sino hacer propaganda. Su salario depende de eso.

Su artículo del 12 de septiembre muestra que él está haciendo un gran esfuerzo para complacer aún más a sus empleadores y a la clase corporativa neoliberal. El artículo en cuestión es “Banana Republica Venezuela”. Este artículo habla sobre el hecho de que la justicia venezolana condenó a Leopoldo López por su papel detrás de la violencia que causó más de 40 muertos en Venezuela, la mayoría de ellos de las fuerzas de seguridad, en el episodio conocido como las “Guarimbas”, una serie de violentas protestas contra el Gobierno legítimamente electo de Nicolás Maduro. El nivel de falta de respeto para el pueblo venezolano y su gobierno, y la desinformación que el Sr. Sandro Benini muestra en este artículo, es increíble, incluso para sus propios estándares usuales.

Una de las primeras obligaciones de un Estado es garantizar la seguridad de sus ciudadanos. Lo que ocurrió en Venezuela también está ocurriendo en Brasil, y es muy fácil de entender. La oposición de extrema-derecha al gobierno de Venezuela, después de 12 años de perder las elecciones, perfectamente democráticas – simplemente porque no pueden proponer ninguna plataforma política significativa que convenza a la gran mayoría de la población para votar por ellos, por lo que han decidido derrocar y tomar por la fuerza al Gobierno, ya que otros medios para lograrlo de manera democrática, están fuera de su alcance. Esta táctica es bien conocida.

Los latinoamericanos han visto esto suceder muchas veces – en Guatemala, con el Presidente electo Arbenz (1956) , que obligaron a abandonar el poder después de que sus políticas moderadas de reforma agraria no podían ser aceptadas por las empresas norteamericanas, quienes básicamente eran propietarias del país. El caso más emblemático es el del presidente Allende (1973) en Chile, derrocado en un golpe de Estado por el general Pinochet, que derivó a la transformación del país en una cámara de horrores por muchos años y puso fin a los sueños de igualdad, libertad y justicia de millones de chilenos.

Los paralelismos entre lo que ocurrió en Chile y lo que está ocurriendo en Venezuela y Brasil son muy reveladores. Las oligarquías locales que no pueden aceptar perder su tradicional poder político, después de décadas de explotación de la población local, puesta al servicio de poderosos intereses de las grandes corporaciones que, a su vez, los apoyaron y mantuvieron en el poder, organizaron violentas protestas que resonaron en todos los medios locales – básicamente de propiedad de esta misma oligarquia – y fueron reproducidos por la gran prensa internacional, bajo el “modelo de propaganda”. En Venezuela, 40 personas murieron a consecuencia de estas protestas.

El capítulo 2 del estudio anteriormente mencionado, “Manufacturing Consent” ha catalogado a “víctimas dignas e indignas”, donde los autores comparan el tratamiento mediático de los estados enemigos (de los EE.UU.) , y los de Estados Unidos y sus regímenes clientes (. …) las víctimas de estados enemigos se llaman “dignas” y serán sometidas a una cobertura más intensa que las víctimas de los Estados Unidos o de sus clientes, que son implícitamente “indignas” de atencion. (…) En 1984 una víctima de los polacos comunistas, el sacerdote Jerzy Popieluszko, no sólo recibió mucho más cobertura que el Arzobispo Oscar Romero (asesinado en el estado “cliente” de Estados Unidos- El Salvador en 1980) pero se le dio más cobertura que la suma de más de un centenar de víctimas religiosas asesinadas en los estados “clientes” de EE.UU(…)”

Desafortunadamente, las 40 víctimas de la “Guarimbas” son “indignas” de atención, pues el Sr.Sandro Benini se olvida de ellos tan facilmente, y los responsables de sus muertes no deben estar en la cárcel. La “víctima” en este caso es el propio Leopoldo López, el “mártir” por la libertad y la paz, como los medios de comunicación (a raíz de los intereses de la agenda corporativa neoliberal ansiosos de tomar el control de nuevo en Venezuela, rica en petróleo, quiere hacerlo ver). Las cárceles de Estados Unidos están llenas de personas condenadas a penas mucho más largas que la impuesta en la sentencia de Leopoldo López por hechos mucho menos serios.

Llamar a Venezuela una “República Bananera” porque su Justicia hizo lo que cualquier sistema de Justicia en cualquier país del mundo haría, no es más que distorsionar los hechos. También expresa un alto nivel de racismo, sorprendente para un artículo del Tages Anzeiger, y muestra claramente lo bajo que ha caído. El Sr. Benini no llamaría a los EE.UU. una “República Bananera”, por practicar la tortura de forma regular, tal como dice el informe del Comité del Senado sobre la CIA. No llamaría tampoco a cualquier país europeo “República Bananera”, en razón de que ninguno de ellos tuvo el valor de ofrecer asilo político a Edward Snowden o a Julián Assange. “Banana Republic” es una vieja terminología racista acuñada por las “razas blancas europeas superiores”, quienes al parecer son los únicos dotados de la capacidad de construir “repúblicas democráticas”, y designar a las Repúblicas de América Latina “inferiores”.

El Sr. Benini y sus colegas simplemente no pueden aceptar que el mundo ha cambiado, y que hoy en día las “Repúblicas Bananeras” de América Latina, Venezuela por delante, tienen mucho que enseñar sobre el funcionamiento de la democracia real a Europa y a los EE.UU. Los habitantes de Grecia, de España, de Italia y Portugal, quienes sufren la mayor parte de la particular concepción de “democracia”, promovida por la agenda corporativa, observan hoy a Venezuela como un modelo a seguir. No pasará mucho tiempo para que las personas en Francia y Alemania hagan lo mismo. La violencia retorica y los insultos del Sr. Sandro Benini hacen eco a la violencia de la oposición derechista en Venezuela. Ambas son un signo de desesperación política. Venezuela es una nación soberana y orgullosa, que tiene una contribución sumamente importante para el mundo de hoy. Ninguna cantidad de periodismo “bananero” cambiará este hecho.

Franklin Frederick

miembro Comité Cooordinador ALBASUIZA

(1) “Manufacturing Consent – The Political Economy of the Mass Media

(2) http://www.fec.gov/pubrec/fe2012/federalelections2012.pdf
(3)http://www.bfs.admin.ch/bfs/portal/de/index/themen/17/02/blank/key/national_rat/wahlbeteiligung.html

(4) http://www.cne.gob.ve/resultado_presidencial_2013/r/1/reg_000000.html